RECOMENDAMOS SU LECTURA
La situación de la mujer rural mejora, pero a un ritmo aún más lento que el de la mujer urbana. Persisten los viejos problemas: dos de ellos los recojo de la voz (o prosa) del estupendo libro de relatos “Lo mejor (no) es que te vayasâ€, de Remedios Zafra, que ganó con él el ‘I Premio Literario Mujeres del Medio Rural y Pesquero’.
LA INVISIBILIDAD
Los hombres suelen trabajar en el campo casi todo el año. Durante tres o cuatro meses (Santa Bárbara, que era mujer, pero santa, suele dar la señal) las mujeres (cuidadoras de las vidas que nacen, crecen, sufren y envejecen) se unen a la cuadrilla como jornaleras. Ellas recogen y ellos varean, y al llegar a casa ellas recogen y ellos “bareanâ€.
Si una hija de una mujer-madre-ama de casa-jornalera tiene que escribir la profesión de los padres en un formulario escolar siempre pregunta: “¿Qué pongo en la casilla de mi madre, señorita?â€.
EL ÉXODO
En las últimas décadas muchas mujeres nacidas en pueblos arrastran esta condena fantasmal de estar y no estar a un mismo tiempo.  […] Háganme un favor: Si las ven preocupadas en una curva, junto a los fantasmas de la carretera, en un supermercado de la periferia urbana, estudiando en una biblioteca pública o retocando su cenefa en el pueblo, párense para decirles que eso de «lo mejor es tal o cual cosa» es otro invento, que no tengan miedo. Insistan, que no tengan miedo.